Hablemos sin
decir nada,
hablemos de
otros o de cosas,
incluso eventos
o el clima
Pues si hacemos
estupideces
y hablamos de ti
o de mí
caemos en un
imposible,
pues no hay nada
propio
ni nada más
propio que lo ajeno
Nos dejamos de
ver o yo dejé de verte
quizás tú me
dejaste o ambos
-sin decirnos
nada-
convenimos en espaciar indefinidamente
nuestros encuentros,
como si intentáramos con la distancia
encontrar algo perdido
Rápido me
percaté que solo somos palabras pronunciadas por otro
y que la
distancia solo servía para dar una ilusión de mismisidad
solventada en
tus oraciones desgastadas,
terminé por
necesitarte
como si tus ojos
hubieran caído en algo desconocido dentro mío
Lo poco de mí lo
había encontrado en tu risa,
aquella que siguió
mi propuesta de que me hablaras de ti
y que yo hablara
de mí
como si realmente
hubiera algo semejante
Tú dejaste
nuestros pensamientos,
yo dejé las
letras y unos cuantos poemas suspendidos,
quise que otros
regalaran oraciones,
palabras inertes
a aquellos ingenuos
que todavía
creen que hay algo a lo que llamar poesía